POR ALFONSO QUIÑONES
SANTO DOMINGO. A los 61 años de edad, Michel Camilo es un caso raro. No sé si habrá otro músico en el mundo que se pueda dar el lujo de tener entre su público a su padre con 101 años de edad y a su mamá con 92 años.
Eso ocurrió la noche de ayer (viernes 30 de octubre del 2015) en el Teatro Nacional Eduardo Brito.
Cibaeño y aguilucho (apelativo de los seguidores del equipo de béisbol Águilas Cibaeñas), Michel Camilo inició la fiesta con “On the other hand”, uno de los temas de su tercer disco homónimo de 1990, quinto álbum de su vida artística.
Luego interpretó “The Gods of The Yoruba”, de Horace Silver, un tema muy interesante por cuando es deudor de una pieza clásica del latin jazz: la “Misa negra”, creada en 1969 por Chucho Valdez. Esas atmósferas que tienen mucho que ver con el aire dramático de la liturgia de esa religión africana, experimentan la ritmática, no a través de los instrumentos creados por el hombre específicamente para percutir, sino a través de las teclas del piano.
Luego A place in time, donde una mano y otra marcan mundos distintos, con independencia como si no respondieran a señales eléctricas de un mismo cerebro; manos que finalmente se encausan y hay un hermoso solo de contrabajo. En See you later, el piano crea caminos hasta desembocar en un rico tumbao que dialoga con la batería, y aquí ya saca las uñas que apenas había enseñado un Dafnis Prieto, más allá de virtuoso, estrella de la percusión mundial. En Repercussions solos de contrabajo y de drums.
En Lecuona, Michel Camilo encontró argumentos para desplegar esa ritmática percutiva en el piano que le caracteriza: esos brillos ultra definidos. Lo hizo con Danza lucumí, como bordada. Luego La Comparsa, en una versión cómoda que enriqueció con vitamina de colores. Siboney, a piano solo, espléndido en sutilezas; Y la negra bailaba, y Para Vigo me voy.
En On Fire, regalan un brillante solo de contrabajo; diálogos con el drums; explosiones efectivas que incluye contratempos. Y falso final con ovación de pie. Pronto regresan y vuelve el contrabajo suave en Sammy walked in Caribe, y el sentimiento de una noche inolvidable.
Al finalizar, Diego el Cigala esperaba entre bastidores a Michel Camilo para saludarle.